Kylie Minogue es, como Ana Mato, una señora de mediana edad con aspecto de adolescente. El negocio en el que se mueve la australiana de 46 años tiene en su órbita a mosquitas como Lady Gaga, Beyoncé, Rihanna, Miley Cyrus o Katy Perry (dejo a Madonna de reina madre). La industria del pop no deja envejecer a las mujeres y Kylie, que lleva en lo alto más de 25 años y 70 millones de discos vendidos, sale a escena con un sugerente corsé rojo y medias de rejilla. Tumbada sobre los labios de Mae West. Un sofá daliniano menos rojo que su carnosa boca. Canta ‘Les Sex’ y luego ‘In My Arms’. Lo suyo es refinamiento sin pasarse, erotismo de anuncio y mucho brillo. El público, abrumadoramente masculino. Abrumadoramente entregado. No había visto tanto gay junto desde el concierto de Liza Minnelli en el Conde Duque. Y allí cabían menos.
La australiana no actuaba en Madrid desde 2009. Lo hizo anoche en el Barclaycard Center (se pronuncia Palacio de los Deportes) con un casi lleno. Es la gira de presentación de su último disco, ‘Kiss Me Once’, que lanzó en marzo. No tira del todo. Le pasa como a Rayna Jaymes en ‘Nashville’ con el suyo.
Varios cambios de vestuario (bastante espectacular, incluido el de los bailarines), un escenario como un gran plató de televisión y trampillas por donde la diminuta Kylie brotaba. Una Kylie entregada al público. Al general, a una chica de la primera fila que le pidió un autógrafo y a un tipo con barba venido de Siria con el sueño de hacerse una foto con ella. La mayor comunión se produjo con ‘Can’t get you out of my head’. Todavía tenían que llegar ‘The Loco-Motion’, ‘All the lovers’ e ‘Into the blue’. Con esta se puso fin a un espectáculo feliz. Alegre. Y muy gay.(fuente abc.es)
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